Las plantas presentan una gran diversidad de estrategias reproductivas, pueden dar continuidad a sus genes a lo largo del río de la evolución tanto sexualmente como asexualmente. Hoy nos ocupamos de los mecanismos de multiplicación o propagación vegetativa. Se trata de una capacidad que presentan algunas especies vegetales para desarrollar «un nuevo individuo» (una nueva planta) a partir de una parte (de un órgano) de un solo progenitor. No hay fecundación, no hay fusión de gametos, no hay intercambio genético… pero, en horticultura, abre las puertas a la posibilidad de producir nuevas plantas que poder cultivar y consumir.

Y colocamos «individuo» entre comillas, por la incongruencia significativa que puede suponer por un lado, la segunda acepción de la RAE que nos define «individuo» como adjetivo «que no puede ser dividido», señalando incluso como sinónimos o afines los términos «indivisible» e inseparable». Y por otro, la incontestable realidad que la naturaleza coloca frente a las personas cuando intentamos describir el complejo mundo en el que habitamos (a través de poner nombres a fenómenos naturales difícilmente etiquetables) y en ocasiones se convierte en una quimera inalcanzable.

Podemos estar ante casos, como nos recuerda Porcel (2020), en los que la reproducción es asexual pero no vegetativa, «las plantas se van a reproducir por semillas, formadas a partir de los tejidos del óvulo materno, en un proceso conocido como apomixis, dando lugar también a individuos idénticos». Este prodigio natural, producir semillas sin fertilización, es bastante común en las plantas, se han descrito más de 400 especies. Como ejemplo más llamativo tenemos a la hierba conocida como diente de león (Taraxacum officinale) y también en algunas especies de las famílias de gramíneas, cítricos y rosáceas como manzanas y rosas, destacando los géneros Rubus, Sorbus y Crataegus. Esta maravilla nos lleva a pensar que no hay futuro evolutivo en «lo masculino» sin «lo femenino«, pero solo «lo femenino» es perfectamente viable (Silvertown, 2009).

Otra curiosidad, en este caso relacionada con un órgano vegetal «sexual» como es el fruto que presentan algunas especies vegetales es la partenogénesis o partenocarpia, donde la célula femenina se divide y multiplica sin fecundación (Suárez, 2010). Se trata de una forma de producir frutos sin polinización ni fecundación y por tanto no hay embrión, ni semilla. En agricultura, ejemplos típicos de frutos partenocárpicos con ausencia de semillas, son los plátanos comercializados de la variedad cavendish, así como otras variedades de kaki e higuera. Frecuentemente la partenocarpia está relacionada con la poliploidía, número de juegos de cromosomas que presenta cada ser vivo… pero esta cuestión es meternos donde no nos llaman.

Desde otra vertiente, estaríamos entrando en una temática, que cada cual respondiendo a diferentes causalidades, motivaciones y finalidades, podríamos englobar bajo el título «FRUTOS SIN SEMILLAS», donde nos podemos encontrar a los ya mencionados plátanos, kakis, higueras, sin olvidarnos de sandías, uvas, calabacines, naranjas, mandarinas… pero esa es otra historia.

Más aún, y rizando el rizo en la vertiente sexual, podemos encontrar plantas con flores cleistógamas, «casos de auténtica autopolinización y autofecundación estricta y obligada, donde las flores no llegan a abrirse una vez formadas pero sí son capaces de formar frutos fértiles» (Güemes, 2001) ¿Cómo de lejos se sitúa este fenómeno de una multiplicación vegetativa, flexiblemente entendida?

Quizás hemos traído conceptos excesivamente técnicos y que deberían ser tratados con mayor rigurosidad científica por especialistas en la materia; la idea es mostrar unas pinceladas de la fascinante diversidad con que la vida se abre paso a través del tiempo y desbordar esquemas mentales excesivamente cuadriculados.

Pero vamos a lo que realmente más nos interesa, utilizar esta capacidad que presentan numerosas especies vegetales como forma de multiplicación en agricultura. Son diversas las formas en que podemos llevar a cabo la propagación vegetativa, a partir de diferentes órganos:

Estolón; tallo aéreo horizontal, rastrero sobre el suelo que al contacto con la tierra echa raíces adventicias y desarrollan una nueva planta. Es el caso de las fresas (Fragaria vesca).

Rizoma; tallo subterráneo horizontal, sus yemas dan lugar a brotes que salen a la superficie y producen nuevas hojas. Podría ser el caso del espárrago.

Pero si hay una planta bien conocida en agricultura y no por ser muy deseada precisamente, sino por ser una de las mas temibles hierbas adventicias, sería la conocida como juncia (Cyperus rotundus). Planta vivaz, que se multiplica de forma vegetativa mediante la tuberización de tallos subterráneos, es extremadamente resistente e invasiva, y se le considera una de las más competitivas hierbas para nuestros cultivos.

Tubérculo; un caso concreto de rizoma en el que los extremos del tallo subterráneo se engrosan para almacenar sustancias de reserva. Estos tallos engrosados poseen las yemas capaces de originar otros brotes y a su vez nuevas plantas. El ejemplo más conocido sería la patata (Solanum tuberosum).

Bulbo; yema subterránea, protegida por hojas carnosas que almacenan sustancias de reserva, sobre un tallo con raíces fibrosas en la parte inferior. Este grupo está representado por ajos (Allium sativum) y cebollas (Allium cepa).

Estaca (estaquilla); trozo de un tallo joven provisto de yemas, cuyo extremo se introduce en la tierra para que arraigue.

Ejemplo: el boniato o batata (Ipomea batatas).

Esqueje; es una estaquilla de planta herbácea, puede meterse en agua hasta que dé raíces y luego enterrarla

Hijuelo (varetas o chupones); brotes de yemas del pie de la planta adulta, como las alcachofas o alcauciles (Cinara escolimus)

Injerto; parte de una planta, trozo de un tallo o yemas, que se fija al patrón para que se desarrollen ramas, hojas, flores y frutos de la variedad de frutales deseada. Son usados normalmente en los frutales

Mosaico romano del calendario agrícola (s. III d.C.): Practicando un injerto de hendidura. Fotografía de Erich Lessing, Art Resource, New York. Reproducidas por cortesía de los conservadores del Museo de Antigüedades Nacionales de Saint-Germain-en -Laye, Francia. Tomado de Juniper y Mabberley: La extraordinaria historia de la manzana.

Acodo; acodar consiste en enterrar un tramo de una rama, sin separarla de la planta, para que emita raíces y una vez a enraizado se corta la conexión con la planta madre. Podemos encontrar acodos aéreos y acodos en tierra. La vid (Vitis vinifera) es una especie que permite multiplicarse por acodos, también conocidos como mugrones.

De la importancia de la propagación vegetativa

Más allá de la curiosidad científica, la multiplicación vegetativa tiene un enorme valor práctico en agricultura, jardinería y conservación de variedades. Permite propagar plantas con rapidez y eficacia, especialmente aquellas que no se reproducen bien por semillas o cuyas semillas no conservan las características deseadas. Gracias a este tipo de reproducción:

  • Se mantienen intactas las cualidades genéticas de una planta madre (sabor, resistencia, productividad, etc.).
  • Se acorta el tiempo necesario para obtener una planta adulta o en producción.
  • Se pueden clonar variedades locales, favoreciendo su conservación.
  • Se posibilita el cultivo de especies que no producen semillas viables o que tienen dificultades para germinar.

En definitiva, es una herramienta clave en agricultura, horticultura y conservación de la biodiversidad cuando se persigue eficiencia y fidelidad genética en los cultivos.

Para finalizar, y respondiendo a la pregunta del título, queda meridianamente claro que por supuesto que sí merece la pena, según qué casos y según qué objetivos, propagarse vegetativamente, aún a costa de saltarse una relación sexual que otra, con otro u otra.

Referencias bibliográficas utilizadas:

-Barrie Juniper y David Mabberley. 2020. La extraordinaria historia de la manzana. Libros del Jata.

-E. Suárez. 2010. El huerto ecológico (escolar). Introducción a la Agroecología. Junta de Andalucía.

-Jaime Güemes. 2001. Jardín Botánico Universitat de València. La sexualidad en las plantas. Métode.

-J. Silvertown. 2009. An Orchard Invisible: A Natural History of Seeds. University of Chicago Press.

-J. Pueyo. 2017. Ficha JUNCIA. SEMh. Cita.

-Mariano Bueno. 2010. Manual práctico del huerto ecológico. La fertilidad de la tierra.

-Montse Escutia. 2009. El huerto escolar ecológico. GRAÓ.

-Red Andaluza de Semillas. 2007. Manual para la utilización y conservación de variedades locales de cultivo. Junta de Andalucía.

-Rosa Porcel. 2020. Eso no estaba en mi libro de botánica. Guadalmazán.

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