Con el inicio del curso escolar, la comunidad docente se enfrenta ante la tarea de integrar todas las herramientas pedagógicas en su planificación. Ahora que el huerto escolar suele encontrarse en un punto similar al del curso anterior, es el momento crucial para abordar su importante labor organizativa y planificar la instalación del nuevo ciclo de cultivo, basado en técnicas ecológicas adaptadas al cambio climático, claves fundamentales del Proyecto Ecológico Andalhuerto.
Construcción de nuevos huertos. Retomando los existentes
El huerto educativo, aunque es una iniciativa ambiciosa, es un instrumento estructural del centro cuando se gestiona de forma adecuada. Su valor pedagógico es indiscutible: lo que se aprende en el huerto se retiene con mayor facilidad que mediante métodos tradicionales, ya que combina la práctica con la observación directa, activando los cinco sentidos del alumnado (vista, oído, olfato, tacto y gusto). Cada vez más universidades lo incorporan en la formación docente para que futuros profesores cuenten con esta herramienta en el aula.
Actividades al aire libre con el alumnado y su aplicación directa en el aula
Para garantizar la continuidad del proyecto e integrar el huerto en el día a día de la docencia, es esencial tener en cuenta las siguientes claves:
1. Formalización Curricular e Institucional
Para dotar al huerto del carácter transversal que posee y lograr la participación de todas las áreas educativas, es necesario convertirlo en un compromiso institucional:
- Inclusión en Documentos Oficiales: el proyecto debe quedar recogido en el Plan de Centro y el Proyecto Educativo de Centro. Nombrarlo en estos documentos le otorga el nivel de relevancia necesario, vinculándolo al aprendizaje de las distintas áreas curriculares.
- Aprobación formal: debe ser aprobado por el Claustro del Profesorado (para integrarlo en la actividad docente) y por el Consejo Escolar (para implicar a toda la comunidad educativa). La reunión de inicio de curso es un momento idóneo para formalizar este respaldo.
- Programación Didáctica: el uso del huerto debe reflejarse explícitamente en las Programaciones Didácticas de las distintas materias.
- Asignatura específica: también puede plantearse la creación de una asignatura transversal denominada “Huerto Educativo”, con horas semanales asignadas para el trabajo directo en el huerto.
Integrar el huerto en el centro escolar implica aprender, diseñar y colaborar: trabajo en equipo.
2. Implementación Didáctica y Evaluación
Para que el huerto sea una herramienta pedagógica activa, debe vincularse directamente con los contenidos curriculares:
- Actividades con criterios de evaluación: las propuestas deben diseñarse con objetivos y criterios claros: identificar procesos de germinación, diseñar un sistema de riego eficiente, registrar e interpretar datos con sensores, construir un compostero o un banco propio de semillas, etc.
- Materiales didácticos propios: elaborar un “diario de campo” o “cuaderno de trabajo del huerto”, fichas informativas o un calendario anual de tareas resulta especialmente útil para el profesorado sin experiencia previa. La creación de vídeos y publicaciones en redes sociales del centro también es una excelente forma de documentar y visibilizar el trabajo realizado en años anteriores. Además, permite compartir recursos con otros centros educativos.
Así, el huerto escolar puede convertirse en una excelente SITUACIÓN DE APRENDIZAJE, ya que ofrece un contexto real, cercano y motivador en el que el alumnado puede desarrollar de forma integrada distintas competencias específicas del currículo. A través de la planificación, siembra, cuidado y recolección de los cultivos así como de la puesta en marcha de las distintas técnicas adaptadas al cambio climático del proyecto ecológico Andalhuerto, el alumnado aprende contenidos de Ciencias Naturales, Matemáticas, Lengua y Educación en Valores, mientras trabaja habilidades como la observación, la experimentación, la cooperación y la responsabilidad medioambiental. Además, este proyecto favorece la educación en sostenibilidad, promueve hábitos saludables y fomenta la autonomía y el trabajo en equipo. El huerto escolar, por tanto, no solo conecta el aprendizaje con la vida cotidiana, sino que convierte el entorno del centro en un espacio vivo donde el conocimiento se construye de forma práctica, significativa y competencial.
3. Estabilidad y Trabajo Colaborativo
Para evitar que el huerto vuelva al punto de partida cada curso, la continuidad debe asumirse como un proyecto compartido y respaldado por el equipo directivo:
- Liderazgo y reparto de responsabilidades: la dirección debe impulsar el proyecto y coordinar al profesorado para que la carga de trabajo esté repartida y sea asumible.
- Implicación de la comunidad educativa: es fundamental promover la participación del profesorado, las familias (AMPA), el personal no docente y los colectivos locales. Cuantas más personas participen, menor será la carga individual. La colaboración familiar es clave para la sostenibilidad a largo plazo.
- Formación y capacitación: es necesario formarse en técnicas de agricultura ecológica para evitar errores derivados de la falta de conocimientos agronómicos. Puede solicitarse formación al CEP o a programas como ALDEA o el Proyecto Ecológico Andalhuerto, que ofrecen asesoramiento técnico y recursos didácticos.
- Mantenimiento en verano: un buen reparto de tareas permite establecer turnos para el seguimiento del riego o la cosecha durante los meses estivales. También se puede colaborar con escuelas de verano municipales o asociaciones de huertos urbanos cercanas.
Formarse, coordinarse e implicarse: claves fundamentales para el correcto funcionamiento del huerto escolar.












