El basalto es una roca ígnea, de color oscuro y estructura en forma de columnas hexagonales, que se forma a partir de la lava proyectada por los volcanes.
Este material es especialmente rico en silicio, magnesio, calcio, hierro y aluminio, contando también, aunque en menor medida, con sodio, titanio, potasio, fósforo, manganeso, estroncio, níquel y cromo, además de otros muchos oligoelementos presentes en cantidades aún menores. En conjunto, se trata de un mineral de composición muy variada, que contiene más de 70 elementos necesarios para el equilibrio nutricional y la salud de los cultivos, y
consecuentemente de los seres humanos que se alimentan de estos. Prueba de ello son las fértiles zonas agrícolas ubicadas sobre determinados suelos de origen volcánico, encontrando un claro ejemplo en el cultivo de plátanos y otras plantas tropicales en las Islas Canarias.

El carácter intensivo de la agricultura en las últimas décadas, muy enfocada en la aplicación casi exclusiva de tres elementos principales (nitrógeno, fósforo y potasio) ha reducido de forma notable otros muchos, fundamentales también para el adecuado crecimiento vegetal. El basalto es una excelente manera de reponer de forma natural esta fertilidad de fondo perdida.
La roca basáltica ha venido utilizándose por la humanidad desde antiguo en la construcción, uso que sigue teniendo hoy en día. Debido a ello existen canteras de este mineral dedicadas a la producción de elementos de edificación y pavimentación, que dejan como subproducto la denominada harina o polvo de basalto, a la cual se le ha encontrado una excelente aplicación en la agricultura, incluida la ecológica, en la que su uso está permitido, evitando que se genere un residuo. Este subproducto puede tener distintas granulometrías, desde un polvo muy fino, de micras de diámetro, a partículas del tamaño de granos de arena.
La harina de basalto actúa regenerando los suelos. Además de aportar nutrientes, contribuye a la formación del complejo arcillo-húmico, que es uno de los pilares de la fertilidad físico-química, al favorecer, entre otras, la buena estructura y estabilidad del suelo, la porosidad, permeabilidad y absorción del agua, así como el almacenamiento de nutrientes. Al mejorarse la nutrición se incrementan las defensas de las plantas.

Las plantas no pueden absorber directamente los microelementos que aporta, ya que es una roca en forma de polvo. Por ello, se requiere la actividad de los microorganismos del suelo para su descomposición a elementos y sales disponibles para los vegetales. Bacterias, hongos y lombrices, entre otros, contribuyen a esta simplificación. Por tanto, el basalto también fomenta su presencia, mejorándose con ello la fertilidad biológica.
La descomposición es un proceso lento que tarda varios años, por lo que la fertilización se plantea a medio y largo plazo. En este sentido, hay que tener en cuenta que las partículas finas se descompondrán antes que las más gruesas, ya que tienen una mayor superficie de contacto, permitiendo una mejor actividad de los microorganismos. Debido a ello, si se quiere acelerar el efecto fertilizante deberá utilizarse preferiblemente en forma de polvo fino micronizado.


En cuanto a la forma de aplicación, a continuación se muestran algunas referencias, sin ánimo de establecerlas como normas y alentando a la propia investigación:

En la huerta, el basalto se puede aplicar espolvoreado, dando un binado posterior para su incorporación. También se puede aportar sobre surcos, los cuales serán tapados con posterioridad. Una dosis aproximada a aportar estará comprendida entre los 150 y 300 gr/m² de basalto micronizado o entre 500 y 600 gr/m² cuando es más arenoso.

Polvo de basalto en surco con semillas de judía

Se puede aplicar al compost a medida que se va construyendo la pila con capas sucesivas, con dosis de 10 a 15 kg/m³ si está micronizado o de 20 a 30 kg/m³ si es más grueso. Esta es una de las mejores formas de aplicarlo, ya que durante el proceso de compostaje los microorganismos ya habrán comenzado a actuar sobre él, mejorando la solubilidad de sus elementos.

Previo a la siembra se pueden mezclar las semillas con basalto. Durante el trasplante se pueden embadurnar las raíces con una mezcla cremosa de basalto, boñiga de vaca o estiércol bien descompuesto, tierra arcillosa y agua.

Basalto en vermicompostero

Para manejar la presencia de insectos u hongos en las hojas, se puede espolvorear basalto micronizado. También se puede aplicar en suspensión acuosa mediante pulverización, agitando regularmente, pues el basalto tiende a decantar.

Uso de polvo de basalto en la elaboración de sustrato

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