Como siempre recordamos, en Andalhuerto, la biodiversidad es uno de los pilares fundamentales para mantener un huerto sano y resiliente. Hoy traemos a nuestro blog a la mariposa arlequín, de la mano de Ginés Gomariz, quien ha compartido generosamente con nosotros sus conocimientos y fotografías.
Esta mariposa, además de alegrar el huerto con su vuelo y sus colores, ayuda a polinizar los cultivos. Además, sus orugas se alimentan de plantas del género Aristolochia, lo que contribuye al control natural de ciertas especies vegetales. Por su parte, los ejemplares adultos, al alimentarse del néctar de diversas flores, colaboran activamente en la polinización de los cultivos y otras plantas del entorno.
Disfrutemos del artículo de Ginés Gomariz. Apasionado por la naturaleza desde la infancia, gracias a las frecuentes salidas al campo con su abuelo, estudió Biología en la Universidad de Córdoba. Tras colaborar durante varios años en el Departamento de Biología Vegetal y Ecología, actualmente ejerce como profesor de Biología en educación secundaria. En su tiempo libre se dedica al estudio de la biodiversidad de polillas en la provincia de Córdoba.
La conocida como mariposa arlequín, o mariposa de las aristoloquias, Zerynthia rumina L., es un llamativo lepidóptero que aparece en los meses primaverales en nuestros campos. Su nombre lo debe a que muestra en sus alas un mosaico de colores (rojo, negro, amarillo y blanco) que le confiere un aspecto muy abigarrado, similar al traje de un arlequín. Dicha coloración es aposemática, es decir, advierte a los depredadores de su mal sabor y toxicidad, caso de que a alguno cometa la imprudencia de ingerir una mariposa de esta especie. Otra peculiaridad es la desarrollada pilosidad que muestra sobre su cuerpo, poco frecuente en las mariposas diurnas.

Esta especie fue descrita por Linneo, en 1758, a partir de ejemplares procedentes del sur de Europa. Sin embargo, su área de distribución es más amplia, así, es posible encontrarla en casi toda la península ibérica, sureste de Francia y norte de África (Fernández Rubio, 1991; Higgins & Riley, 1980). Su ecosistema típico es el matorral mediterráneo poco denso.
Esta mariposa vuela en marzo-abril, siendo monovoltina, es decir, vuela en una sola generación anual. Habita en zonas de matorral abierto y praderas en las que crezcan sus plantas nutricias, del género Aristolochia. En la provincia de Córdoba, es bastante frecuente observar este lepidóptero en dehesas, zonas de matorral aclarado, antiguas huertas y olivares abandonados de las laderas de nuestra sierra Morena. En la campiña cordobesa, a causa de las prácticas agrícolas más intensivas, resulta mucho más difícil de observar, tan solo en arroyos y acirates con vegetación relicta. En las sierras Subbéticas vuelve a ser más frecuente debido a la mayor presencia de la vegetación mediterránea autóctona.
Las plantas nutricias de las orugas son del género Aristolochia, plantas que suelen tener hojas acorazonadas, flores similares a un pequeño candil o corneta y frutos parecidos a una alcaparra. En la provincia de Córdoba hay tres especies: A. baetica L., planta trepadora que puede alcanzar varios metros de altura y frecuente en el bosque mediterráneo, A. paucinervis Pomel y A. pistolochia L., plantas herbáceas rizomatosas de escaso porte que crecen en praderas, herbazales y zonas de cultivo. Actualmente se conoce que todas estas plantas tienen cierta toxicidad para humanos y animales, habiendo sido utilizadas como fármacos naturales en la antigüedad (Wikipedia).

El huevo de la mariposa arlequín es esférico, de aproximadamente un milímetro de diámetro, inicialmente amarillento y conforme madura se vuelve verdeazulado. Los huevos son depositados por la hembra individualmente, a menudo en el envés de la hoja de la planta nutricia, donde están más resguardados del sol, la lluvia y la vista de los depredadores. Cuando se aproxima la eclosión de la oruga el huevo se vuelve más oscuro. La duración de esta fase es de unos cinco días, pudiendo variar según la temperatura y las condiciones ambientales.

Las orugas son fácilmente observables sobre las plantas al final de abril y mayo. Su cuerpo muestra en cada segmento varias protuberancias con pequeñas espinas negras, inofensivas por contacto. El color de la piel es variable, entre individuos y entre edades larvarias de un mismo individuo, puede ir desde el crema, pasando por el ocre, hasta el gris oscuro. Las orugas neonatas devoran la mayor parte de la cáscara del huevo, obteniendo así un aporte proteico inicial, luego se dirigen a la parte más apical del tallo donde las hojas son más tiernas y nutritivas. Las orugas de mayor tamaño pueden devorar hojas maduras y consistentes, también flores, e incluso tallos y frutos en formación. La toxicidad de la planta no es un problema para la alimentación de las orugas, pues la toleran e incluso pueden acumular estos venenos en su cuerpo para intoxicar a los depredadores. Por otra parte, cuando son molestadas proyectan al exterior desde la cabeza el osmeterio, órgano compuesto por dos estructuras anaranjadas con aspecto de tentáculos cuya función es defensiva, ya que emiten un olor acre desagradable para ahuyentar a los depredadores. La duración de la fase de oruga es de aproximadamente un mes.

La pupa o crisálida es de unos dos centímetros de longitud y es críptica. Tiene una forma cónico-cilíndrica, alargada y una coloración marrón con estrías longitudinales, lo que la hace parecer un palito seco astillado. La crisálida es de tipo cingulado, es decir, se fija al sustrato mediante un botón sedoso en su extremo final y mediante una cinta alrededor de su parte anterior. En este estado hiberna desde mayo hasta marzo del año siguiente, cuando emerge el adulto, pero según sean las condiciones invernales la pupa podría hibernar dos años consecutivos.

A pesar de su belleza y relevancia ecológica, Zerynthia rumina enfrenta diversas amenazas, como la destrucción de su hábitat debido a la expansión agrícola y urbanística, que provocan la eliminación de sus plantas nutricias y la muerte de individuos por incendios y pesticidas. Las buenas prácticas agrícolas y la adecuada gestión forestal resultan claves para garantizar la supervivencia de esta emblemática mariposa.
Zerynthia rumina se convierte así no solo en un símbolo de biodiversidad ibérica, sino también en un indicador del equilibrio ecológico en su hábitat. Su presencia es señal de un ecosistema saludable y bien conservado.
