Los huertos urbanos y escolares están cada vez más presentes en nuestras ciudades y centros educativos. Estos rincones verdes se han convertido en espacios de gran valor, no solo por su capacidad de producir alimentos frescos y saludables, sino también por su potencial educativo, social y ambiental, ayudan a crear comunidad y, en el caso de los colegios, se convierten en aulas vivas donde aprender de forma práctica y divertida. Un huerto es a la vez un lugar de trabajo manual y una clase viva donde se cultiva conocimiento, cooperación y conciencia ecológica.

Para el cuidado y manejo de un huerto, ya sea en la azotea de un edificio, en un patio escolar o en un pequeño terreno comunitario, por sencillo que sea, se requiere de ciertas herramientas que facilitan el trabajo de preparación, siembra y mantenimiento, adaptadas al espacio y a quienes lo utilizan. No es necesario contar con un gran equipamiento: con un pequeño kit es posible comenzar y, poco a poco, ir ampliando según las necesidades.

En todo caso, hay algunas herramientas básicas que desempeñan diferentes funciones en nuestro huerto:

  • Azada y escardillo: son herramientas clásicas para cavar, remover la tierra, abrir surcos, preparar el suelo antes de la siembra y eliminar hierbas adventicias. La azadilla, por su tamaño más reducido, resulta especialmente cómoda en huertos pequeños o en bancales. Otro instrumento que tradicionalmente se ha utilizado para escardar, limpiar la tierra de hierbas, y para trasplantar plantas pequeñas es el almocafre.
  • Pala y pala de mano: la pala grande sirve para cavar o mover tierra y compost, mientras que la pala de mano es ideal para plantar en macetas o pequeñas parcelas. Generalmente, las palas son de forma cuadrada o redonda.
  • Rastrillo: perfecto para nivelar el terreno, romper terrones y dejar la tierra suelta tras cavar. Se usa a la hora de fertilizar, para repartir homogéneamente sobre el terreno el estiércol o compost.
  • Horca: para recoger restos vegetales. También se puede usar para mullir el suelo en profundidad sin voltearlo, o extraer de raíz algunas hierbas o “frutos” como las patatas. Existen distintos modelos, con doble mango, con arco… diferentes adaptaciones de la tradicional laya.
  • Escardadora y binadora: son herramientas con hojas adaptadas para realizar escardas y binas. Hay muchos modelos diferentes, con hojas de diferente tamaño que nos permiten trabajar entre cultivos.
  • Carretilla: para transportar tierra, abono, herramientas o plántulas y plantas.
  • Arado de bicicleta: su diseño se desarrolla a partir del chasis de una bicicleta al que se acoplan diferente aperos. Principalmente se utiliza para eliminar hierbas entre las líneas de cultivos.
  • Motoazada o motocultor: también conocida como “mulilla”, se utiliza para labrar la tierra, cavar o cultivar. Hay que realizar cierto trabajo, dirigir la máquina y facilitar su avance.
  • Cubos y esportones: para transportar materiales, abono, depositar hierbas de la escarda, realizar biopreparados, etc.
  • Tijeras de podar: ayudan a mantener las plantas en buen estado, eliminando ramas secas o frutos dañados, así como para recolectar o cosechar. También pueden utilizarse para podar árboles frutales.
  • Guantes: para proteger las manos y evitar pequeños cortes o rozaduras. En el caso de los escolares, los guantes hacen que la experiencia sea más segura, aunque también es un placer llenarse las manos de tierra.
  • Regaderas y mangueras: imprescindibles para el riego. En un huerto escolar conviene disponer de regaderas pequeñas para que los niños y niñas participen con facilidad.
  • Pulverizadores y mochilas: útiles para aplicar agua en forma de lluvia fina o para tratamientos naturales contra posibles plagas y enfermedades.
  • Compostera: una de las “herramientas” más educativas, ya que convierte los restos orgánicos en abono natural, cerrando el ciclo de los nutrientes y mostrando en directo el valor del reciclaje.
  • Mesa de trabajo: donde realizar diferentes trabajos de forma cómoda, como la siembra de tus propias semillas en las bandejas.
  • Caja de herramientas pequeñas: para guardar pequeños utensilios como cuaderno de campo, sembradora manual, cuchillos de injerto, cuerdas, pinzas o incluso lupas, que permiten observar insectos polinizadores o las flores y hojas de cerca, abriendo la puerta a la curiosidad científica.

En el huerto es fundamental enseñar al alumnado que el orden es importante para el buen desarrollo de las actividades y la seguridad de quiénes transiten por él. El uso de las herramientas requiere atención y responsabilidad: antes de salir al huerto es necesario identificar cuáles se van a utilizar para evitar cargar con las que no son necesarias; durante las labores, conviene mantenerlas siempre en un lugar seguro para prevenir incidentes; y, al finalizar la jornada, es importante recogerlas, limpiarlas y colocarlas de manera ordenada en el espacio destinado para su almacenamiento. De este modo, no solo cuidamos el material, sino que también evitamos la propagación de posibles plagas o enfermedades presentes en los cultivos y en el suelo.

Después de toda esta retahíla de herramientas, que ni son todas las que están y ni están todas las que son, no podemos olvidar que los huertos, sobre todo los urbanos y más aún los escolares, van más allá de ser un espacio de cultivo, se convierten en una herramienta didáctica multidisciplinar, un laboratorio al aire libre que fomenta la interacción social y el aprendizaje transversal. Estas son algunas de las actividades que se pueden realizar en el huerto y que se relacionan de forma natural con distintas áreas del aprendizaje:

  • Ciencias naturales: se observan los ciclos de la vida en general, se aprende sobre botánica, nutrición de plantas, sobre los ciclos de las plantas, los insectos que las visitan, la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas.
  • Matemáticas: medir distancias entre surcos, calcular tiempos de germinación, estimar la producción, dimensionar bancales, calcular proporciones de riego o estimar cosechas se convierte en un ejercicio práctico.
  • Lengua, comunicación y arte: redactar diarios de campo de los cultivos, elaborar carteles para identificar las distintas especies de plantas, dibujar las fases de una planta o narrar experiencias fomenta la expresión escrita y oral.
  • Educación ambiental: el huerto enseña valores como la sostenibilidad, el respeto por la naturaleza y la importancia del consumo responsable.
  • Valores sociales: trabajo en equipo, responsabilidad compartida al repartir tareas de siembra, riego y cuidado, desarrollándose habilidades de cooperación y compromiso.

Participar en un huerto es mucho más que plantar tomates, lechugas o coles. El huerto urbano y escolar no solo se sostiene gracias a herramientas físicas como azadas, regaderas o tijeras, es, en sí mismo, una poderosa herramienta pedagógica y transformadora: conecta a las personas con la tierra, fomenta hábitos saludables y convierte el aprendizaje en una experiencia práctica. Con unas pocas herramientas básicas y un poco de organización, se abre un mundo de vivencias, aprendizajes y valores ambientales y sociales.

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