En esta ocasión os hablaremos de un aspecto de los huertos urbanos que está siendo objeto de estudio y cuyos resultados seguro que os van a interesar. La información nos llega de la mano de la Dra. Sabina Rossini Oliva, Profesora Titular de la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla, que imparte las asignaturas de Biología y Botánica Aplicada en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica (ETSIA).

Esta investigación ha sido realizada por la Universidad Sevilla (US) y el Dr. Rafael López Núñez del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNASE-CSIC). El trabajo concluye que el consumo de hortalizas de huertos urbanos no presenta riesgos para la salud.

Esto es lo que nos cuenta Sabina de la experiencia en la que ha participado.

¿Para qué y cómo se realizó el estudio?

El objetivo del estudio era conocer si los elementos presentes en algunos suelos de naturaleza urbana, podían poner en riesgo la salud humana a través del consumo de hortalizas cultivadas en los mismos.

Para ello se recolectaron muestras de hortalizas y de suelos en huertos urbanos de las provincias de Sevilla, Huelva y Córdoba. Una vez analizadas las plantas, se calculó el riesgo para la salud derivado de la ingesta de los elementos potencialmente peligrosos (arsénico, boro, bario, cadmio, cobalto, cromo, cobre, níquel, plomo y zinc). Como resultado del estudio se concluye que el consumo de las hortalizas procedentes de estos huertos no reporta riesgos potenciales o que estos se encuentran muy por debajo de los umbrales de referencia internacionales.

Incluso en los huertos urbanos ubicados en la zona minera de Riotinto en Huelva, no se detectó peligro por el consumo de las hortalizas cultivadas. Eso sí, es fundamental lavar bien frutas y verduras antes de su consumo. El trabajo también ha puesto de manifiesto que las hortalizas de fruto, como tomate o berenjena, acumulan menos contaminantes que las hortalizas de hoja y las bulbosas.

El motivo principal de esta investigación era la preocupación para la salud humana por la ingesta de los cultivos de los huertos urbanos, debido a que estos se establecen, lamentablemente a menudo, en sitios donde hay contaminación antrópica, que puede afectar tanto al suelo como a las plantas. En base a esta información, antes de implantar un huerto urbano, es importante conocer primero el suelo, sus características y la salubridad del mismo, a través de un análisis previo.

El trabajo ha sido publicado en una revista Internacional (Environmental Science and Pollution Research) y hasta la fecha, estos resultados se han difundido a través de la US y el IRNAS-CSIC. Además, la Asociación Matilde de Río Tinto (Huelva), organizó una Jornada sobre huertos y minería a las que nos invitaron para dar a conocer los resultados.

Otros estudios sobre los huertos urbanos

Hay muchos estudios sobre huertos urbanos, la mayoría centrados sobre sus efectos sociales. También hay estudios similares al nuestro en otros países europeos como Inglaterra, Australia o Alemania. Investigadores de las Universidades de Madrid y Barcelona han analizado suelos de huertos urbanos para estudiar posibles efectos tóxicos. Personalmente dirigí un trabajo de Fin de Grado en la ETSIA donde hicimos encuestas a un colectivo de personas horticultoras de los huertos urbanos de Sevilla para conocer tipo de cultivo, prácticas agrícolas, gestión de huerto, características sobre el usuario, formación que reciben, cómo luchan contra las plagas y enfermedades, etc. En general, los resultados nos proporcionaron informaciones interesantes sobre los huertos urbanos de la ciudad.

¿Cómo podemos cultivar un huerto urbano de autoabastecimiento?

Para que un huerto se pueda autoabastecer sin recurrir a la adquisición de insumos es fundamental conocer prácticas agrícolas básicas así como las características de las especies que se van a cultivar, intentar multiplicar plantas por semillas esquejes o división de matas y tener un compostero.

El tema de las semillas es fundamental, siendo muy aconsejable cultivar variedades locales adaptadas a las condiciones medioambientales.

Algunas pautas para mejorar la salud del huerto

Para que el huerto goce de buena salud es necesario vigilar los aspectos relativos al suelo, aire, insumos y agua.

En cuanto a la buena salud de un huerto considero que lo primero que hay que asegurar es que la ingesta de los vegetales procedentes del mismo sea segura para la salud humana, y es por esto que realizamos el estudio. Para esto el suelo no tiene que tener necesariamente unos valores de contaminación altos, ya que a veces, la dinámica suelo/planta permite que los posibles contaminantes del suelo no pasen a las plantas. En este sentido, un análisis de suelo inicial sería una buena práctica.

Otro factor a considerar es cómo afecta la contaminación atmosférica a estos huertos urbanos, ya que estarán actuando como pantallas verdes evitando la difusión de contaminantes. Como indicamos anteriormente, un buen lavado de las hortalizas es algo fundamental, lo mismo que el lavado de las herramientas de cosecha.

El aporte de materia orgánica procedente de las composteras es otra buena práctica para la salud del suelo. El abono con estiércol es una buena práctica que comparten casi todos los huertos. Hemos comprobado que, además del aporte nutricional (nitrógenos y materia orgánica), tiene efectos sobre el pH del suelo impidiendo que la mayoría de los elementos potencialmente tóxicos estén disponibles para los cultivos (salvo pocas excepciones). Cuando se tienen dudas sobre las características físico-químicas del suelo inicial, sería conveniente cultivar en bancales con tierra cuya composición sea conocida.

Otra cuestión también importante es la elección de las especies, ya que algunas acumulan más elementos tóxicos que otras, por ejemplo, en el estudio vimos que las especies de hojas acumulan más que las de frutos. Esto es algo que han podido observar otros científicos.

En cuanto a la repercusión medioambiental del manejo del huerto, hemos podido comprobar que en los huertos urbanos no siempre se respetan las prácticas de agricultura ecológica. Otro tema importante es la escasa biodiversidad que observamos en algunas parcelas. En este sentido hemos visto que los cultivos cubiertos con plástico impiden la llegada de los polinizadores.

En cuanto al riego, pensamos que como se utiliza agua proporcionada por la red de abastecimiento municipal no debería haber problemas. Sin embargo este sería otro aspecto interesante a estudiar, así como la posible presencia de otros tipos de productos tóxicos como antibióticos u hormonas que podrían encontrarse

Los huertos urbanos como estrategia de reurbanización

Los huertos urbanos en un contexto de cambio climático, de envejecimiento de la población, de problemas de soledad, nos parecen una gran oportunidad de acción positiva. Hemos comprobado la función social que desarrollan, pero también la función educativa que cumplen dentro de los centros escolares. Es de sobra conocido que el contacto con la naturaleza tiene efectos psicológicos muy positivos en las personas. Además, nos parece una posibilidad de que los jóvenes puedan aprender a respetar más el medioambiente, valorar el esfuerzo humano que hay que hacer para que un cultivo llegue a su plato sin olvidar el aspecto intergeneracional.

En definitiva, la agricultura urbana nos parece algo fundamental en la sociedad actual. Hay huertos donde se organizan comidas comunitarias, juegos, actividades recreativas, en fin, una forma muy importante de socializar en un contexto actual de aislamiento general.

Respaldo científico y valor añadido de los huertos urbanos

La Universidad puede y debe jugar un papel en la promoción de los huertos urbanos y hay ejemplos de esto. Creo que el respaldo científico ligado a aspectos relativos a prácticas agrícolas en el contexto del cambio climático, economía circular y seguridad alimentaria, serían valores añadidos importantes a estas propuestas. Lo ideal sería crear un Living Lab implicando a otros actores para promover estos tipos de estudios.

Futuras líneas de estudio entorno a los huertos sin ánimo de lucro

Nos gustaría seguir monitoreando más huertos urbanos y ampliando el estudio midiendo otros compuestos potencialmente tóxicos como Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAPs). Otro aspecto interesante sería estudiar la biodisponibilidad de metales después de la adición de distintos tipos de compost.

Actualmente participamos en el proyecto RECICOMPHUERTOS de ciencia ciudadana para fomentar el reciclaje en los huertos urbanos. En este proyecto están colaborando con la universidad varios centros escolares, uno de Dos Hermanas y dos de Utrera.

Como acción paralela a estos proyectos, podemos realizar un ensayo de compost en los bancales de los Huertos del Proyecto Ecológico Andalhuerto, en los próximos meses.

Los Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAPs), conocidos también bajo el acrónimo IPA, son un grupo de más de 100 sustancias químicas diferentes que se forman durante la combustión incompleta del carbón, petróleo y gasolina, basuras y otras sustancias orgánicas como tabaco y carne preparada en la parrilla. Se encuentran en alquitrán, petróleo crudo, creosota y alquitrán para techado, aunque unos pocos se usan en medicamentos o para fabricar tinturas y pesticidas. Son contaminantes que generan alerta puesto que algunos han sido identificados como cancerígenos, mutágenos y teratogénicos.
 
Cuando los HAPs entran al medio ambiente pasan al aire principalmente por emisiones volcánicas, incendios forestales, combustión de carbón y escape de automóviles y podemos encontrarlos en el aire adheridos a partículas de polvo. Llegan al agua a través de desechos de plantas industriales y de plantas de tratamiento de aguas residuales. La mayoría no se disuelven fácilmente en agua y pueden evaporarse al aire desde suelo o desde aguas superficiales. Algunos microorganismos pueden degradar HAPs en el suelo o en el agua después de un período de semanas a meses.
 
Algunos HAPs se movilizan a través del suelo y contaminan el agua subterránea. La cantidad de HAPs en plantas y en animales puede ser mucho mayor que la cantidad existente en el suelo o en el agua donde viven estos organismos.

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