Las personas hortelanas miran habitualmente a las hierbas espontáneas del huerto como si fueran un estorbo que hay que eliminar. Sin embargo, son de mucha utilidad, pues generan diversidad, lo que ayuda a equilibrar el agro-ecosistema, reduciendo los problemas de plagas y enfermedades, por lo que es más adecuado manejarlas, que simplemente deshacerse de ellas.
Además, en muchos casos, estas plantas sirven como alimento, contribuyendo a la diversificación de la dieta. Aportan al organismo elementos nutritivos de alto valor biológico, vitaminas, sales minerales y otras muchas sustancias activas de propiedades preventivas y curativas, que en su inmensa mayoría, están todavía por descubrir.
Dependiendo de la época del año, las plantas silvestres que aparecen en el huerto, y la utilización que se puede hacer de ellas, son distintas. Por un lado, se pueden encontrar plantas que medran entre las hortalizas durante el otoño o invierno, como: acedera (Rumex acetosa), cerraja (Sonchus spp.), ortiga (Urtica spp.), pamplina (Stellaria media) y mastuerzo (Cardamine hirsuta). Estas plantas se aprovechan principalmente por sus hojas.
Con la llegada de la primavera, otras plantas, que estuvieron vegetando durante el invierno, comienzan a florecer para llevar a cabo su proceso reproductivo. Es una excelente época para recolectar sus flores y usarlas como complementos en ensaladas y otros platos. Dentro de estas, las más habituales son: jaramago (Sinapsis spp. y otros géneros), viborera (Echium plantagineum), caléndula (Calendula arvensis) y borraja (Borrago officinalis). De algunas especies se puede aprovechar la parte subterránea, como la achicoria (Cichorium intibus), cuyas raíces se pueden tostar y usar como sucedáneo del café.
Posteriormente, con el final de la primavera y la llegada del verano, otras especies de plantas hacen su aparición. De ellas se podrán aprovechar nuevamente las hojas. En este caso, los representantes más habituales son: cenizo (Chenopodium spp.), bledo (Amaranthus spp.) y verdolaga (Portulaca oleracea). Esta última, llega a estar muy arraigada en las tradiciones gastronómicas de algunos municipios andaluces.
Sin embargo, con algunas de estas especies hay que tener prudencia en la cantidad que se consume, pues tienen ciertas sustancias de las que no es conveniente abusar. Es el caso de la acedera y la verdolaga, que contienen oxalatos, o de la pamplina y el cenizo, que presentan saponinas. Por supuesto que se puede disfrutar de ellas, pero siembre con mesura.