Como ya hemos visto, sembramos semillas y plantamos plantas. Generalmente empleamos el término plantar para cultivos leñosos, mientras que para plantas herbáceas, hortalizas, plantas ornamentales, etc., usamos el término trasplantar.


Así, cuando se realiza la siembra en un semillero, después hay que colocar el plantón en el lugar definitivo donde se va a desarrollar la planta. Este trasplante es una acción delicada ya que estamos manejando plántulas pequeñas y endebles que necesitan cuidados especiales para que su posterior desarrollo sea el adecuado.


En algunos casos, antes del trasplante definitivo debemos realizar un paso previo denominado repicado, que consiste en separar las plántulas del semillero y pasarlas a macetas individuales para que puedan continuar su desarrollo y crecimiento. En este momento las plantitas deben tener un mínimo de 2 pares de hojas y una altura de 1 centímetro.

¿Cómo trasplantamos?

Las plantas estarán listas para su trasplante cuando alcancen una altura aproximada de entre ocho y diez centímetros o cuando tengan cuatro hojas verdaderas. Deben aclimatarse al lugar definitivo donde van a desarrollarse por lo que las depositaremos en el huerto el día anterior a su trasplante. Es fundamental dejar de regarlas para que después sea más fácil
extraerlas del envase sin romper las raicillas.

Antes de trasplantar, debemos preparar el suelo añadiendo un poco de humus de lombriz para enriquecerlo y regando uniformemente, para que alcance un buen nivel de humedad y para evitar que esté compacto y no se desmorone al realizar los agujeros para introducir las plantas.

A continuación estableceremos el marco de plantación, o reparación necesaria entre las plantas para que se desarrollen con normalidad y reciban la cantidad de luz y de nutrientes necesaria, y abriremos agujeros de una profundidad aproximadamente igual al cepellón de nuestra planta, evitando que estén demasiado enterradas para que no aparezcan podredumbres de cuello, a excepción del tomate. Una vez puestas las plántulas en cada agujero, rellenamos los alrededores con tierra presionando ligeramente para que quede firme.


El momento óptimo para realizar el trasplante es por la tarde; de esta manera, las plantas tienen toda la noche para recuperarse del estrés que les ha supuesto haber sido sacadas del lugar donde nacieron, removiendo sus raíces. Cuando no sea posible realizarlo por la tarde, y los días comiencen a ser más largos, tendremos que realizar el trasplante en las primeras horas de la mañana, coincidiendo con el inicio de la jornada escolar.


Después del trasplante es normal que nuestras plantitas parezcan un poco lacias, es el efecto del estrés que les causa dicho cambio, pero en un par de días las tendremos estupendas y habrán “tomado tierra”, comenzando a crecer y expandirse.

Huerto instantáneo recién trasplantado