La creación de un fresario es una actividad muy gratificante. Contemplar un conjunto de macetas de fresa en su momento de máxima fructificación es un deleite para los ojos. Además, permite consumirlas recién cosechadas, en su óptimo de maduración y a temperatura ambiente, en las que el sabor y aroma son más patentes.

En las tiendas de jardinería se pueden encontrar de dos tipos bien distintos: los fresones y las fresas. Las primeras son más grandes y vistosas, siendo las segundas, aunque menos aparentes, mucho más sabrosas.

En general, el cultivo de fresas (nos referiremos así a partir de ahora a ambos tipos) en macetas es una actividad fácil, aunque hay que tener en cuenta ciertas consideraciones.

Descripción botánica

Son plantas herbáceas perennes perteneciente a la familia de las rosáceas, pudiendo permanecer en macetas durante muchos años, siempre que las reguemos y abonemos regularmente con un abono orgánico adecuado.

Cuenta con una yema que crece a ras del sustrato y un sistema radicular fasciculado (en forma de cabellera) desarrollándose la mayor parte de sus raíces en los primeros 25 cm. Es por ello, que son plantas muy adecuadas para el cultivo en macetas.

Lo que se cosecha de la planta de la fresa no es en realidad un fruto, sino una infrutescencia, o sea, un receptáculo floral engrosado y carnoso sobre el que se hallan insertadas una elevada cantidad de frutos secos denominados aquenios (las pepitas), cada uno de los cuales contiene una única semilla. Es fácil deducir entonces que la flor de la fresa es en realidad una inflorescencia, es decir, un conjunto de flores ubicadas sobre el mencionado receptáculo floral. Y para comprobarlo se pude coger una lupa y mirarlas más de cerca.

Haz clic aquí para ver el esquema de la flor de fresa.

Para que las fresas prosperen adecuadamente, y se pueda disfrutar de todo su esplendor, pueden cultivarse en macetas de un volumen comprendido entre los 5 y 10 litros. En ella las raíces crecerán con una distribución homogénea por todo el sustrato, y no tenderán a apiñarse en el fondo.


En la imagen de la izquierda puede verse un cepellón de una maceta de fresa de 8 litros en el que se observa una distribución homogénea de las raíces. No obstante, tiene ya unos 3 años y está reclamando ser renovada.

Drenaje


Para evitar problemas de exceso de riego y encharcamiento, al cual las fresas son bastante sensibles, pudiendo llegar a pudrirse las raíces, es interesante poner en el fondo de la maceta alguna base de drenaje como: cascotes de macetas partidas, roca volcánica, arlita o pequeñas piedrecillas no calcáreas.

Drenaje a base de arlita

Sustratos

A la hora de adquirir o preparar un sustrato para fresas hay que tener en cuenta que se trata de plantas que crecen en suelos
ácidos, con un pH comprendido entre 5 y 6. Por tanto, hay que procurar evitar la presencia de carbonato cálcico en la mezcla,
que puede generar un pH superior a 7 (básico o alcalino), produciéndose bloqueos de hierro e impidiendo que las raíces
lo puedan absorber. Cuando esto sucede se observa el síntoma conocido como clorosis férrica, en el que la hoja de fresa en
general amarillea, permaneciendo verde solo los nervios.

Síntoma de clorosis férrica

El sustrato comercial adecuado para las fresas es conocido como tierra de brezo o tierra de castaños, que es específico para plantas de suelos ácidos, siendo especialmente idóneo si es del tipo utilizable en agricultura ecológica. Suele encontrarse habitualmente en los centros comerciales de jardinería.

Pero si se desea optar por la elaboración propia de un sustrato específico, lo que es un aliciente para las personas a las que les gusta la afición de cultivar en macetas, existen distintas mezclas posibles que se pueden preparar. Todo es cuestión de desarrollar la curiosidad e investigar. Aquí se plantea una sobre la que se pueden realizar las variaciones que se estimen oportunas:

  • 60-70% de una mezcla simple o compleja a base de fibra de coco, turba rubia, turba negra o sustrato comercial para plantas ácidas utilizable en agricultura ecológica.
  • 15-20 % de humus de lombriz, compost casero o una mezcla de ambos.
  • 5-10% perlita.

A esta mezcla se le pueden incorporar algo de tierra ácida (no más de un 5-10 % de sustitución equitativa de los ingredientes anteriores) para dar mayor complejidad e incluso harina de roca basáltica (1-2 %) como fertilizante de fondo rico en micronutrientes.

Si por alguna razón, el sustrato utilizado da problemas de clorosis férrica, puede corregirse posteriormente aplicando quelato férrico, que es un fertilizante específico de hierro cuyo uso está autorizado en agricultura ecológica. Se puede echar directamente sobre el sustrato o disolverlo en el agua de riego.

Acolchado

Los ramos fructíferos, en función de su tamaño, dejarán los frutos colgados en el borde de la maceta o los depositarán sobre la superficie del sustrato. En este último caso, el riesgo de pudrición de la fresa por Botritis es elevado, por lo que es recomendable acolchar la superficie. Para ello, es común utilizar hojas de pino secas (acículas), que además contribuirán a acidificar el sustrato. Estas tienen una durabilidad alta y, según algunos autores, mejoran el sabor. El acolchado con este material asegurará la cubrición del sustrato durante, al menos, un año.

Acolchado con acícula de pino y disposición de un sistema de riego por goteo

Abonado

Al margen del humus de lombriz aportado como abono de fondo a la hora de elaborar el sustrato, se pueden realizar otras fertilizaciones a lo largo de los varios años que se mantengan las fresas en las macetas.

Es recomendable hacer una aportación superficial de 1 o 2 cm de humus de lombriz durante el otoño. Para aportarlo, debe retirarse primero el acolchado viejo y luego reponerlo con nuevo material. Aunque no siempre es necesario, durante la primavera, verano y otoño, en función del ritmo de crecimiento de la planta, se puede aportar en superficie guano, murcielaguina o algún otro abono en polvo autorizado en agricultura ecológica. Media cucharilla de café cada 15 o 20 días será suficiente. Se debe tener cuidado en no excederse, ya que estos abonos son muy fuertes y ricos en nitrógeno. También es posible regar con algo de vinaza de remolacha (buscar en la lista de ingredientes en las etiquetas de los envases fertilizantes). La disponibilidad de todos estos abonos es cada vez más habitual en los centros comerciales de jardinería.

Reproducción

Las fresas se pueden reproducir mediante sus estolones, por división de matas o por semillas. Los dos primeros producen clones de la plante madre, mientras que a partir de semilla, se obtendrán plantas genéticamente diferentes. Este último suele ser más lento y difícil, por lo que es mejor utilizar alguno de los primeros.

Un estolón es un brote lateral, normalmente delgado, que nace en la base del tallo de las fresas y que crece horizontalmente con respecto al nivel del suelo. Tienen entrenudos más o menos largos, separados entre 10 y 25 cm, que generan nuevas plantas con raíces adventicias. Estas últimas, estarán en estado de latencia hasta encontrar las condiciones idóneas para empezar a crecer. El proceso de emisión de estolones se inicia de forma natural a partir de agosto, prolongándose hasta entrado el otoño. En función de las variedades, estas estolonan más o menos.

Para cada planta nueva que se desee multiplicar por estolón se preparará una maceta pequeña con sustrato. Sobre ella se apoyarán los primordios de raíz que, de ser necesario, se sujetarán con una horquilla de alambre para que mantengan la posición.

Transcurridos unos 15 días, las nuevas raíces ya se encontrarán creciendo normalmente y se podrá cortar el pedúnculo que mantiene el estolón conectado a la planta madre.

Cuando la maceta de fresa tiene varios años habrá desarrollado demasiadas raíces y tendrá varios hijuelos en la misma maceta. El espacio ya no es suficiente para que las plantas medren con tranquilidad y se hará preciso el renovado.

Durante el otoño se sacará el cepellón de la maceta. Habrá que darle varios golpes para aflojarlo y poder separar los hijuelos a los que se las recortará con una tijera las hojas deterioradas, las raíces demasiado largas y los tallos florales viejos o nuevos, si los hubiese.

Finalmente se procederá al trasplante, procurando que las raíces queden colocadas verticalmente, y con el cuello de la planta a ras del sustrato y nunca enterrado, ya que se podrían pudrir. Los trasplantes se pueden realizar en una maceta provisional de pequeño tamaño o ya en la definitiva.

Riego


Respecto al riego, puede realizarse con manguera, regadera o colocándole un sistema de riego con programador con un gotero para cada maceta. En verano puede ser crucial la colocación de un plato debajo de la maceta para reducir el estrés hídrico. Este plato deberá ser retirado con la llegada de las primera lluvias otoñales. En verano habrá que regar cada par de días, o casa día si el aporte es pequeño, siendo suficiente en invierno un riego cada 10 o 15 días.

En lugares con mucha insolación es imprescindible sombrear las plantas durante el verano. Permitiendo el sol de las primeras y últimas horas del día, evitando las horas de más calor (de 11 a 19 horas, por ejemplo).

Finalmente, si el sustrato y la fertilización son adecuados, elaborados con buenos ingredientes y aplicados en los momentos idóneos, las plantas deberán prosperar y fructificar sin problemas de enfermedades ni seres incómodos. No obstante, podría puntualmente darse algún foco de araña roja, a la cual se controlará aplicando un poco de azufre en polvo mediante espolvoreo. Para ello se colocará dentro de alguna tela o calcetín viejo y aplicándolo mediante agitación en momentos que de la tarde en los que no haya viento. Nunca aplicarlo en los momentos de mayor insolación para evitar quemar la planta.

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