En la búsqueda constante de métodos sostenibles para el cuidado de nuestros cultivos, muchos agricultores han redescubierto un antiguo aliado: la ceniza. Más allá de ser un simple residuo de la quema de materiales vegetales, la ceniza se revela como una herramienta valiosa en el huerto, brindando beneficios como protector de las plantas frente a enfermedades y enemigos del huerto, como fuente rica en nutrientes esenciales para los cultivos y en algunos casos también se puede utilizar como mejoradora de las características del suelo.

La ceniza, al contener potasio y otros minerales alcalinos, tiene propiedades fungicidas que pueden ayudar a combatir diversas enfermedades en las plantas. Su alcalinidad crea un ambiente desfavorable para muchos hongos patógenos, actuando como fungicida natural y creando una barrera protectora para nuestro huerto. La utilizaremos espolvoreando una fina capa sobre las plantas o mezclándola con agua y jabón potásico para elaborar el “caldo de ceniza” con el que rociar las hojas afectadas.

Continuando con la salud del huerto, la ceniza de leña es un excelente desecante para pulverizar sobre insectos de piel blanda (pulgón, mosca blanca, etc.). De forma complementaria, para reducir el acceso de caracoles y babosas al huerto, se puede espolvorear ceniza alrededor del bancal o del tallo de las plantas dibujando un círculo de cierta anchura, de manera que cuando los caracoles-babosas pasan por encima se impregnan de ceniza y esto les produce daño y deshidratación. De esta forma creamos una barrera física que impedirá su acceso a las plantas y así mantenemos el cultivo a salvo.

Además de su poder antifúngico y protector frente a plagas, la ceniza es una fuente valiosa de nutrientes esenciales, como potasio,calcio, magnesio, fósforo e incluso azufre. Estos elementos contribuyen al crecimiento saludable de las plantas, fortaleciendo sus sistemas radiculares y mejorando la calidad de los frutos. Para utilizarla como fertilizante la incorporamos al suelo durante la preparación de la tierra en pequeñas cantidades.

Las cenizas son un interesante corrector de pH del suelo. En el caso de suelos ácidos la aportación moderada de cenizas de madera es beneficiosa porque ayuda a desbloquear la absorción de nutrientes que se produce cuando el pH es demasiado ácido. La aplicación de ceniza tiene que ser moderada ya que un exceso de la misma puede aumentar la alcalinidad del suelo, sobre todo en suelos básicos, afectando negativamente a ciertos cultivos. Tras la aplicación, observaremos las plantas regularmente para detectar cualquier signo de cambios en la salud y ajustar la cantidad según sea necesario.

Además de estos usos, podemos aportar cenizas de maderas no tratadas al compostero (un máximo de un 3 %) para desecar la mezcla en caso de que esta sea muy húmeda (capa de residuos de cocina) y aportar nutrientes al suelo a través del compost.

Aporte de ceniza en la construcción del compostero a los restos de cocina

Un aspecto muy importante que debemos tener en cuenta es el origen de las cenizas que vamos a utilizar. Deben proceder solo de leña que no haya sido tratada, sin tintes ni barnices, y a ser posible de olivo o encina, y que esté bien cribada para evitar cualquier elemento extraño o restos de sustancias que no queramos aportar al suelo. Las cenizas que contengan otros materiales como papeles de periódico, cartones con serigrafías, restos de muebles o madera de palés, contendrán metales pesados, ya que los barnices, pinturas y tintas utilizan estos elementos que resultan altamente tóxicos y contaminarán el suelo de nuestro huerto ecológico.

Tamizando la ceniza para eliminar restos

En conclusión, la ceniza se revela como un recurso valioso en el cuidado de nuestro huerto, ofreciendo no solo protección contra enfermedades, sino también un impulso nutricional significativo. Al incorporar este antiguo secreto agrícola a nuestras prácticas, contribuimos no solo al bienestar de las plantas, sino también a una agricultura más equilibrada.

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