Con este artículo iniciamos una serie de fichas relacionadas con los Aspectos Prácticos del Huerto que nos van a permitir conocer y aprender algunas estrategias para cuidar nuestros suelos, considerándolos como la “piedra angular” sobre la que se sustenta cualquier huerto.


¿Y qué importancia tiene mantener un suelo fértil en nuestros huertos? Pues bien, en estos días de “Quedarnos en casa”, es un buen momento para reflexionar sobre esta cuestión. Quizás podamos percibir la importancia que tiene este asunto si hacemos un recorrido sobre la consideración e importancia que al suelo y su fertilidad se le ha dado a lo largo de la historia, como sustento vital de todas las civilizaciones. Si lo hacemos, podremos observar que casi todas las culturas han tenido importantes deidades, casi siempre femeninas, asociadas a la tierra, la fertilidad y el suelo. Incluso Riane Eisler1 nos recuerda que muy probablemente fueron las mujeres, no los hombres, las que desarrollaron la domesticación de los animales y las plantas; que fueron ellas quienes enterraron semillas en el suelo. La antigua civilización egipcia atribuye explícitamente a la Diosa Isis la invención de la agricultura. En Mesopotamia la Diosa Ninlil es reverenciada por enseñar al pueblo a cultivar la tierra.


En Europa, en tiempos de la Grecia Clásica tenemos a Hera y Demeter, Diosa griega de la fertilidad, la tierra y la agricultura, cuyo culto a través de las Tesmoforias incluía rituales de enterramientos en el suelo relacionados con su fertilidad. La Pachamama de los pueblos andinos de América del Sur, cuyo ritual principal consistía en ‘dar de comer y beber a la tierra’. En China el culto a Houtu, en Euskadi las ofrendas realizadas a Amalur, Yemayá con origen en África… Ceres, Maia, Diana… Si nos fijamos, lo que tienen en común los cultos a estas deidades de la Fertilidad del suelo y la tierra, son las ofrendas que “alimentan el suelo”, que viene a simbolizar la importancia que tiene devolver a nuestro suelo todo aquello que de él hemos obtenido.


Actualmente, en el marco de la agroecología, Vandana Shiva2 retoma esta tradición basada en la “Ley de Devolución”. Aplicada al suelo se encarga de devolverle la materia orgánica que permitirá renovar su fertilidad y mantenerlo vivo. Pero también implica a las generaciones, pasadas y venideras, lo que hemos recibido y lo que dejamos como legado, además de la fertilidad del suelo, la biodiversidad, las semillas, el agua, los conocimientos, las culturas… esas son otras historias…


A la pregunta que os podáis hacer de qué es realmente la Fertilidad de un suelo, os proponemos la siguiente definición: “la fertilidad de un suelo sería la capacidad que tiene el mismo de sostener el crecimiento de los cultivos de forma sustentable en el tiempo”. Para conocer mejor en qué consiste la fertilidad de un suelo, y poder adoptar ciertas estrategias y técnicas que nos permitan mejorarlo en cualquiera de las circunstancias particulares de vuestros huertos, vamos en primer lugar a presentar la fertilidad desde tres puntos de vista, y aunque lo hagamos de forma separada, están íntimamente relacionadas de forma indisoluble: Fertilidad Química, Física y Biológica.

  • La Fertilidad Química del suelo de nuestro huerto, sería la capacidad que tiene este para satisfacer la demanda de nutrientes que necesitan nuestros cultivos para su desarrollo. En este sentido, tendremos una tierra fértil cuando en nuestro suelo estén disponibles para nuestras hortalizas todos los nutrientes que necesitan para crecer sanas sin ninguna deficiencia. Un suelo poco fértil químicamente se relaciona con el término utilizado por nuestros hortelanos y hortelanas más mayores como un “suelo pobre”.
  • La Fertilidad Física del suelo, está relacionada con las condiciones de la estructura del suelo, que se refleja en cómo se organizan las partículas minerales y orgánicas del suelo formando agregados, dejando mayor o menor espacio entre ellas para el aire y el agua. Un suelo que se aprieta mucho, muy compacto o que está muy duro, es un suelo con mala estructura física, por ejemplo.
  • La Fertilidad Biológica del suelo está asociada a la presencia de diferentes formas de vida (macro y microorganismos) que son capaces de sustentar los procesos y ciclos propios de los suelos. Un suelo “cansado”, se relaciona principalmente con la microbiología de suelo.

Desde Andalhuerto, con esta serie de fichas que hoy comenzamos sobre fertilidad y fertilización, os proponemos que dejemos de ver el suelo como un recurso a explotar, y empecemos a verlo desde una perspectiva más cercana a la cosmovisión que de él tienen numerosas culturas ancestrales. Ver el suelo como un ente vivo, que como tal se caracteriza, estando en nuestra mano cuidarlo, mejorarlo y alimentarlo… mejorando su fertilidad, porque su salud será la salud de nuestros alimentos y por tanto la nuestra propia.

La salud humana es un reflejo de la salud de la Tierra.
Heráclito de Efeso

1 Riane Eisler (1987) El Cáliz y la Espada
2 Vandana Shiva (2016) ¿Quién alimenta realmente al mundo?

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